Jesús se crió en Nazaret, una pequeña aldea perdida en el norte de Israel, donde habitaban una mezcla extraña de judíos poco ortodoxos y extranjeros, algo que para la elite del sur del país, donde estaba la nación pura, ese lugar era despreciable.
Jesús desaparece por un tiempo de ese lugar y cuando regresa, la gente al reconocerlo dice:
¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? (Marcos 4.3)
Esta y la del evangelio de Mateo son las únicas referencias al oficio de Jesucristo y al de su padre José, en toda la Biblia.
Los evangelios fueron escritos originalmente en griego y en ese idioma, el oficio de Jesucristo en los pasajes citados está representado por la palabra TEKTON. Esta no se refiere exclusivamente a un carpintero.
El término carpintero aparece por primera vez en la traducción de la Biblia al idioma inglés hecha por Tyndale en 1526. Tradujo TEKTON como carpenter (en español carpintero) y la mayoría de traducciones alemanas, francesas e inglesas siguieron su camino. Los traductores que, muy probablemente, no habrían visitado las tierras de Israel pudieron asumir que la cultura de esa región era igual a la suya.
Volviendo a TEKTON, este era el apelativo que se daba, en aquella época, a alguien que se ganaba la vida construyendo. Hoy estaríamos hablando de un obrero de construcción que utilizaba piedra, barro, madera y otros
En los territorios de Galilea, donde creció Jesucristo, la madera no constituía parte principal de ninguna construcción ni era abundante en la región. Las casas estaban hechas principalmente de piedra en Nazaret.
A solo 5 km de allí se encontraba una lujosa ciudad: Séforis. Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y Perea entre los años 4-39 d.C. (es decir, toda la infancia y la juventud de Jesús), había hecho de Séforis la capital de aquel territorio: la había fortificado y la había embellecido con grandes obras públicas, para lo que había sido preciso contratar a cientos de obreros, carpinteros y artesanos, la mayoría de los cuales vivían en Nazaret
Así que podemos concluir que Jesús y José su padre, intervinieron en la construcción de Séforis, ya que eran artesanos que sabían trabajar la piedra y la madera y que vivían tan cerca de la gran ciudad
En las parábolas que aparecen en los evangelios Jesús se refiere más
de 40 veces a labores de construcción relacionadas con la piedra. Los conocimientos específicos de construcción que aparecen en sus parábolas son pruebas de una formación exclusiva.
Mateo 21.42:
Les dijo Jesús: —¿No han leído nunca en las Escrituras: “La piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular; esto es obra del Señor, y nos deja maravillados”?
Mateo 7.24-25
“Todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca.
Lucas 14.28-30
“Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, y dirán: -Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a construir.”
Podemos concluir que Jesús trabajó como obrero de la construcción, en los años previos a su ministerio público, relatado en el contenido mayoritario de los evangelios.
Esto hace suponer que Jesús no era un seminarista, ni un filósofo que pasó su vida sentado, aislado de la sociedad y de su cruda realidad.
Más bien fue una persona común que se crió entre gente ruda y tosca que trabajaba con mucho esfuerzo para ganar el denario, moneda diaria con que la mayoría de los obreros de entonces, podía comprar alimentos para subsistir. Aquí aparece la grandeza de la persona de Jesús, nuestro Salvador. Hubiera elegido otro lugar, otra familia, otro ambiente social, otra ventura, pero eligió ser un don nadie, un hijo de obrero, un aprendiz de constructor para mezclarse con la miseria humana y llegar a conocerla desde su más profunda carencia.
Sin embargo, a pesar de su humillación, él nunca perdió su esencia divina y la manifestó asombrando a sus paisanos con sus palabras y hechos y finalmente, con su entrega voluntaria a la cruz para salvarnos con su sacrificio.
Finalmente, comparemos su humilde vida con la de muchos que dicen ser sus seguidores y viven en la opulencia y en el ejercicio de un poder que los pone muy por encima de sus semejantes… Cuando él lavó los pies de sus discípulos, les dijo:
“… si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes. Ciertamente les aseguro que ningún siervo es más que su amo, y ningún mensajero es más que el que lo envió. ¿Entienden esto? Dichosos serán si lo ponen en práctica.”
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