EL CANDIDATO


La palabra candidato viene del latín “candidatus”, que quiere decir vestido de blanco. En la República Romana, los aspirantes al cargo de Senadores se ponían durante toda su campaña electoral, la toga “cándida”, de un blanco muy puro, casi deslumbrante.
Plutarco, historiador de la época, dice que “esa toga debía ser su única vestimenta, a fin de que no se pudiera suponer que tenía dinero escondido en sus hábitos para comprar los votos de los ciudadanos, y para hacer más fácil mostrarle al pueblo romano las cicatrices de las heridas recibidas defendiendo a la República”
Literalmente esta palabra significa blanqueado. Y alguien es blanqueado cuando tira más bien al oscuro que a otra cosa, porque lo que es blanco, no necesita ser blanqueado.

Odio


Un importante cliente le gritó al director de su empresa proveedora de servicios porque estaba enojado en ese momento con el resultado de un proceso.
El director de esa empresa llegó a su casa y gritó a su esposa, acusándola de que estaba gastando demasiado, porque había un abundante almuerzo en la mesa. Su esposa gritó a la empleada porque rompió un plato. La empleada dio le dio una patada al perro de la casa porque la hizo tropezar. El perro salió corriendo y mordió a una señora que pasaba por la vereda, porque estaba obstaculizando su salida por la puerta.
Esa señora fue al hospital para que le curaran la herida y a ponerse la vacuna antirrábica, y gritó al joven médico, porque le dolió la vacuna al ser aplicada. El joven médico llegó a su casa y gritó a su madre, porque la comida no era de su agrado. Su madre, tolerante y un manantial de amor y perdón, acarició sus cabellos diciéndole: