Noche especial

La noche ha sido por siglos el escenario típico de las historias de miedo, asociada al peligro, a los bandidos y animales peligrosos que se ocultan tras la oscuridad. Asimismo, se dice que criaturas fantásticas como los hombres lobo y los vampiros son más poderosos por la noche. Incluso hay criaturas fantásticas malvadas de las que se dice que no soportan la luz solar. En el cristianismo, la noche es asociada con el fin de los días de los seres humanos en la tierra. La noche se compara con el estado moral del hombre bajo la influencia de Satanás.
Según la mitología griega, en el principio sólo reinaba el Caos o la Nada. De él surgieron los dioses primordiales de los cuales proceden todos los demás. Ellos eran Gaia (la Madre Tierra), Eros (la fuerza de la Procreación), Erebo o dios primordial de la Oscuridad y Nyx, la diosa de la Noche. Nxy tuvo muchísimos hijos más, la mayoría de carácter maléfico y oscuro. No en vano su hogar era el Inframundo y su reino era la Noche. Los griegos la representaban como una bella mujer alada que conducía un carro, ataviada con un gran manto negro plagado de estrellas. Sus poderes excedían a los de cualquier otro dios y su culto se llevaba a cabo en toda Grecia.
Nuestra sociedad se ha alejado en el sentido práctico de todas estas creencias y mitos sobre la noche. Nuestras noches ahora son iluminadas excesivamente, la gente sale de noche, trabaja de noche, pasea de noche, actividades que siglos atrás eran impensadas en ese horario. Sin embargo, todavía el símbolo de la noche pasea por nuestras mentes como algo malo de por si. En nuestro país la frase: “Le vino la noche” a una persona, denota que ese sujeto está en problemas.

Pero hay una curiosidad que inspira estas líneas y es mencionar la única noche que es sinónimo de luz, de bendición y de paz, una noche que todos esperan y una noche que no despierta miedo ni intrigas: La Nochebuena. La tradición ha querido nombrar así a la noche en que se celebra el nacimiento de Jesús. Es el único en la historia que pasó tan desapercibido en medio de la pobreza, como pasa hoy desapercibido en la crisis de la riqueza de la sociedad occidental, incluidos los países llamados cristianos. Hoy mucha gente se enriquecerá como consecuencia de estas fiestas y empobrecerán a otros que para festejar, gastarán lo que no tienen o se lo robaron a otro para comprar banalidades, entre ellas, comida y bebida en exceso.
Jesús no se hizo más rico a costa nuestra, sino que para hacernos ricos se hizo sencilla y grandiosamente pobre, semejante a nosotros, y así nació, vivió, murió y resucitó.
El no hizo negocio con la crisis moral y espiritual del ser humano, sino que vino a solucionar, a pagar el precio de nuestra deuda. El no es una tradición, o un mito, de contenido vano y vacío. Se revaloriza cada vez más, cobra mayor sentido cuanto más patente es la corrupción, la mafia económica del poder, la inmoralidad que tiñe todas las escalas de la vida social, política y religiosa. Y finalmente, Él trajo la auténtica respuesta al sinsentido, a la injusticia, al vacío interior. Él puede satisfacer a todos, cualquiera sea su situación.
En la Biblia, las personas que lo conocieron, ya no fueron las mismas. Los pastores pobres y los sabios ricos de Oriente, el poderoso Herodes y los fariseos con su jerarquía religiosa, gente sincera como Nicodemo, que no estaba satisfecho con su religión. También adúlteras o prostitutas arrepentidas, ladrones de guante blanco que anhelaban cambiar de vida, leprosos rechazados por todos y samaritanos buenos. A todos él les señaló el camino, la verdad y la vida que sólo pueden venir de Dios, no de ningún sistema religioso, político, filosófico o ideológico. Y los que lo recibieron, los que reconocieron que sólo él puede cambiar su vida y su destino eterno, les dio el privilegio de ser hijos de Dios.
Que ésta sea la mejor, la más bendita y luminosa de las Nochebuenas de tu vida, con Jesús en el corazón.

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