Hay días que todo sale mal, ¿viste?, no podés terminar un trabajo, tus contactos faltan a los compromisos, no encontrás los datos que buscás, cancelan tu proyecto, todo, todo parece ponerse en tu contra. Eso puede ser cosa de un día, de una semana o de una larga temporada…
Pero creo que en mayor o menor medida, también nos tocan días y épocas donde las cosas se encarrilan: Recibís buenas noticias, en tu trabajo reconocen tu esfuerzo, te dicen sí a tus proyectos y realizás buenas inversiones con tu dinero.
A veces lo bueno y lo malo tiene una alternancia casi pareja, una de cal y una de arena, como decía mi abuela. Sea como sea en cada persona, todos experimentamos claros y oscuros en la vida. No podemos escapar de estos altibajos. Nadie en esta vida, sea pobre o rico, poderoso o ignorado, puede librarse de los días adversos y reclamar nada más que días de felicidad. Casi como el tiempo atmosférico que siempre nos depara sorpresas, sol y nubes, alternando sobre nuestras cabezas, así van pasando cosas buenas y malas a lo largo de nuestra existencia.
Leí en un lugar esta frase en inglés que traduzco en mi versión básica :
Acepta que algunos días serás la paloma y algunos días serás la estatua…
Tal vez la frase del encabezamiento, represente de manera clara cómo nos sentimos: A veces con la libertad y soltura de una paloma y a veces como una estatua, que debe aguantar lo que se pose sobre ella y soportar las consecuencias...
La vida consiste justamente de esos valles y montañas que tenemos que atravesar en el diario vivir. Creo que lo mejor que nos puede pasar cuando las enfrentamos esto es saber dónde estamos parados, quienes somos, qué queremos en nuestra vida.
Las situaciones adversas generan en nosotros una revolución interna que no nos deja pensar, nos saca del foco razonable y muchas veces tomamos decisiones equivocadas. Todo esto porque durante el período de bienestar nos relajamos demasiado y pensamos que nada cambiará en nuestro estado de bienestar.
En este punto pienso que cada persona tiene sus recursos para enfrentar estas ondulaciones de suerte, pero no siempre las recetas resultan satisfactorias.
Además, una vez pasada la crisis, sacar provecho de esa situación difícil, nos hará sentir que crecimos y maduramos un poco más.
Pero , ¿quién puede ser tan equilibrado en todos estos aspectos?. ¡Qué felices seríamos si, enfrentando los inevitables vaivenes de la vida, de cada situación sacáramos provecho!
Pero la Biblia nos acerca un secreto para sentirnos plenos en este aspecto. Se escribió hace 3000 años pero guarda vigencia hoy. Escuchemos lo que dice la sabiduría divina:
Eclesiastés 7
Contempla las obras de Dios: ¿quién puede enderezar lo que él ha torcido? Cuando te vengan buenos tiempos, disfrútalos; pero cuando te lleguen los malos, piensa que unos y otros son obra de Dios, y que el hombre nunca sabe con qué habrá de encontrarse después. (NVI)
La Biblia nos dice que Dios está por sobre todas las cosas que ocurren y sabe que el pecado del hombre desarrolló un mundo imperfecto. Pero lejos de evitar lo malo, Dios lo permite y lo usa para enseñarnos muchas cosas para nuestro provecho. Viene a mi mente la imagen de mi hija aprendiendo a caminar… Pasos torpes, y alguna caída. Si en cada torpeza la hubiera sostenido para que no caiga, le hubiera costado mucho aprender a caminar. Pero cada vez que cayó al suelo, aprendió algo más del equilibrio y así, mejoró su andar…
No valoraríamos el amor, si no hubiésemos experimentado el desprecio. No disfrutaríamos de la prosperidad, si no hubiésemos vivido con carencias alguna vez. Pero por sobre todo, si nos apoyamos en Dios, si él es nuestro amparo y fortaleza, el futuro no será incierto y temido, podremos enfrentar lo que venga, con ánimo y sabiduría.
Si crees y confiás en Dios, estas reflexiones te van a ayudar a comprender y aceptar las inevitables adversidades de la vida:
La adversidad es la forma de Dios para atraer nuestra atención. Es tiempo para la auto-exanimación.
La adversidad es la forma de Dios de recordarnos que nos ama. El propósito es el protegerte para que no te auto-destruyas.
La adversidad es la forma en que Dios conquista el orgullo
La adversidad es la forma de Dios de recordarnos nuestras debilidades. Cuando estas contra la pared, y no parece haber salida, repentinamente reconoces que no eres autosuficiente.
La adversidad es la forma de Dios de prepararnos para consolar a otros. Eres más útil hacia Dios y otros a través del sufrimiento.
“Bienaventurado el hombre a quien tú, Jehová corriges, y en tu ley lo instruyes, para hacerle descansar en los días de aflicción, porque no abandonará Jehová a su pueblo ni desamparará su heredad”. Salmo 94:12-14
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