Alguien me ve


En una cocina, un ama de casa había puesto este cartel: “El trabajo de la casa es algo que nadie nota hasta que se deja de hacer”. Esta frase encierra una gran verdad, no solo para el ámbito doméstico, sino para todos los aspectos de nuestra vida. Nuestro deber cotidiano pasa desapercibido, a menos que lo hagamos defectuosamente o dejemos de hacerlo. Sin embargo, cuando algo de la vida diaria se hace mal o se omite, se aprecia enseguida. La gente parece notar nuestros fracasos: nuestros enojos, nuestra impaciencia, nuestra crítica y nuestra autocompasión. Además a todo lo que podemos exteriorizar, se suma que las cosas que hombres quieren hacer en oculto, son a veces descubiertas por cámaras ocultas que delatan el delito o el mal proceder de las personas. Pero ¿quién nota cuando solo hacemos lo correcto? Nos parece nadie lo ve o lo aprecia. A veces podemos pensar que nuestras buenas acciones caen en el olvido y que hubiera sido igual, actuar, por ejemplo, pensando sólo en nosotros o tener un proceder egoísta. Pero en todos los casos, alguien ve todo el bien que hacemos: ese es Dios, y lo aprecia.

Puede resultar corriente, que un empleado u obrero, tenga un buen desempeño a la vista de su patrón o jefe, pero cuando este se da vuelta o no lo observa, deja de trabajar o realiza alguna práctica que disminuye su rendimiento y calidad laboral. El apóstol Pablo, inspirado por Dios, mandaba a los cristianos: obedezcan ustedes a los que aquí en la tierra son sus amos. Háganlo con respeto, temor y sinceridad de corazón, como si estuvieran sirviendo a Cristo. Sírvanles, no solamente cuando ellos los están mirando, para quedar bien con ellos, sino como siervos de Cristo, haciendo sinceramente la voluntad de Dios. Realicen su trabajo de buena gana, como un servicio al Señor y no a los hombres. Pues deben saber que cada uno, recibirá del Señor según lo que haya hecho de bueno. (Carta a los efesios 6.5-8)
Dios no sólo ve y valora lo bien que hacemos, sino que también nos va a recompensar. “Tarde o temprano, el malo será castigado; Mas la descendencia de los justos será librada.”, nos dice un antiguo proverbio bíblico que muestra cómo Dios valora el bien que hacemos aunque a nuestro alrededor, veamos gente que se comporta deslealmente y cree que así va a prosperar. Si hacemos el bien en todos los aspectos de nuestra vida, no solo seremos bendecidos por Dios sino también seremos de bendición para los que nos rodean, seamos personas de confianza.
De la misma forma que nuestro Dios hace florecer más de una flor en un solitario desierto, hagamos todo el bien lo que podamos para que El lo vea, aunque nadie lo vea.
Recuerde, alguien SÍ lo está mirando

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