Buscando a sus hijos

El Señor puso su mano sobre mí y fui llevado por el Espíritu del Señor hasta un valle que estaba lleno de huesos. El Señor me condujo por entre los huesos que cubrían el fondo del valle. Estaban desparramados en el suelo por todas partes y completamente secos. Luego me preguntó:
—Hijo de hombre, ¿podrán estos huesos volver a convertirse en personas vivas?
—Oh Señor Soberano —respondí—, solo tú sabes la respuesta.
Entonces me dijo:
—Anuncia un mensaje profético a estos huesos y diles: “¡Huesos secos, escuchen la palabra del Señor! Esto dice el Señor Soberano: ‘¡Atención! ¡Pondré aliento dentro de ustedes y haré que vuelvan a vivir! Les pondré carne y músculos y los recubriré con piel. Pondré aliento en ustedes y revivirán. Entonces sabrán que yo soy el Señor’”.

Profecía de Ezequiel cap. 37

La película “El maestro del agua”, estrenada en el 2014 está ambientada cuatro años después de la devastadora batalla de Gallipoli, ocurrida en el año 1915, en Turquía, un país inmerso en plena Primera Guerra Mundial. Cuenta la aventura de un australiano, Joshua Connor que hacía pozos de de agua.

El viaja a Estambul para descubrir qué ha pasado con sus tres hijos, todos declarados desaparecidos en combate, tras el suicidio de su esposa Eliza que no pudo soportar la pérdida. Viaja hasta allí con el único deseo de encontrar los restos de sus hijos muertos. En una escena de la película este hombre comienza a tener problemas para permanecer en el área y las autoridades militares no le permiten llevar a cabo su tan ansiada búsqueda.
Un oficial del ejército compadeciéndose de Connor le comenta a su compañero mientras lo ven caminar por ahi:
- ¿Por qué ayudar a este hombre a hacer algo tan improbable de cumplir? A lo que otro le responde:
- Porque es el único padre que ha venido a buscar los huesos de sus hijos.

Sin duda esta frase me lleva a pensar en Dios, mi Padre celestial y me siento dichoso de que él me ha adoptado como su hijo.
Joshua Connor sobresalió entre los demás padres en que había hecho un gran sacrificio para localizar a sus hijos. Así Dios nos muestra en distintas partes de la Biblia que él también está dispuesto a buscarnos y efectivamente lo hizo en la persona de Jesús.
Tres parábolas el evangelio de Lucas cap. 15 hablan de esta divina acción: Un pastor dejando noventa y nueve ovejas para hallar a la perdida; una mujer que busca diligentemente entre los vericuetos del piso pedregoso de su casa para encontrar su diadema y un padre ansioso de ver regresar en el horizonte cada día a su hijo perdido para salir a buscarlo.
La Biblia dice que cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, el nos reclamó igual, con todas nuestras miserias, para darnos vida. En nuestro peor momento, nos amó…
Él reclamó lo suyo, aquello que tanto amaba y lo hizo al precio de su sangre derramada en la cruz.
Qué alegría saber que antes que nosotros pensáramos en Dios, él ya nos había visto, nos había amado y nos había elegido para sus propósitos.
Él escoge a los invisibles de este mundo para hacerlos brillar. Él rescata del pozo vidas desahuciadas y las corona de favores y misericordias
Volviendo al texto que encabeza esta nota, notamos que sólo Él sabía que nuestros huesos secos volverían a vivir. Por Él dejamos de ser parte de un valle donde se amontonaban secos y sin esperanza, para ser llenos de vida eterna.
Dios puede hacer de huesos muertos y vidas arruinadas, cuerpos plenos y llenos de su gracia.


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