La gran película épica Ben Hur, filmada en la década del 50 en EEUU, fue ganadora de once Premios Oscars y parte obligada de la programación de TV en Semana Santa durante muchos años. Recrea la vida de Juda BenHur, un judío noble cuya historia figura en el libro homónimo escrito por Lewis Wallance en 1880.
Durante la filmación, su protagonista, Charlton Heston trabajó durante muchas semanas con los entrenadores para aprender a manejar un carro romano para una escena crucial. En ella, Ben Hur participaba de una carrera de cuadrigas para defender a su familia cautiva.
Luego del entrenamiento, mejoró mucho su manejo de los caballos y el carruaje, pero finalmente se convenció que la tarea era un desafío mayor de lo que había previsto inicialmente. Corría el año 1959 y eran épocas donde la edición de video y los trucos de cine todavía estaban en pañales y las escenas eran filmadas muchas veces a riesgo de los propios protagonistas…
Se aproximó entonces al director de la película, Wiliam Wyler para hablarle acerca de la escena.
- Señor Director, le dijo, - he trabajado duramente para manejar este carruaje y creo que puedo hacerlo con toda soltura en esta escena. Lo que no creo es poder ganar la carrera.
El director le contestó: Usted conduzca solamente. El resto lo hago yo.
Esta anécdota en la vida del actor Charlton Heston ilustra nuestra necesidad de hacer todo lo que podamos y confiarle a Dios lo que no podemos.
Dios tiene diferentes formas de dirigir las distintas carreras que hacemos en el transcurso de nuestra vida. Él confía que hagamos nuestra parte, la de dominar el carro. Nosotros debemos confiar en que Él determinará el resultado de la carrera.
En este momento de nuestra reflexión cabe mencionar esta máxima que leí hace un tiempo:
El mayor acto de fe para el hombre es reconocer que él no es Dios.
Cito el Salmo 100 de la Biblia. En uno de sus párrafos dice;
Reconozcan que el Señor es Dios; él nos hizo, y somos suyos. Somos su pueblo, ovejas de su prado.
La obra de Dios no la hacen personas extraordinarias, sino personas ordinarias que están comprometidas con Él.
Tal vez digamos a Dios: “No soy nada, no tengo virtudes ni dones naturales, muchas veces fracaso miserablemente. ¿Realmente, puedo ser útil para alguno de los propósitos divinos?
Cuando preguntamos: ¿Desea Dios usarme realmente?, la respuesta es clara. Dios elige a lo débil del mundo para avergonzar a lo fuerte (1ra. Carta de Pablo a los Corintios 1:27).
Dios ha estado usando personas ordinarias e irrelevantes desde el punto de vista social durante miles de años. ¿Por qué habría de detenerse ahora?
Así que para seguir viviendo tranquilos y con esperanza de ser considerados por Dios, renunciemos a ser el “director general del Universo.”. Ese puesto ya lo ocupa nuestro Dios
Salmos 46:10
Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios.
¡Yo seré exaltado entre las naciones!
¡Yo seré enaltecido en la tierra!»
El Señor Todopoderoso está con nosotros;
nuestro refugio es el Dios de Jacob.
Isaías 2:11
Los ojos del altivo serán humillados
y la arrogancia humana será doblegada.
¡En aquel día sólo el Señor será exaltado!
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