"... yo me pregunto por qué son malas las malas palabras, quién las define como tal. ¿Quién y por qué? ¿Quién dice qué tienen las malas palabras? ¿O es que acaso les pegan las malas palabras a las buenas? ¿Son malas porque son de mala calidad? ¿O sea que cuando uno las pronuncia se deterioran? ¿O, cuando uno las utiliza, tienen actitudes reñidas con la moral?..."
(Fragmento del discurso de Roberto Fontanarrosa en el Congreso de la Legua en Rosario en el 2008 )
El origen de las malas palabras está en las clases sociales. La clase alta, en algún momento de la historia, se convenció de que su hablar era culto, diferente del que usaba la clase baja. “Vulgaridad” era la forma de hablar del vulgo, el pueblo trabajador de la antigua Roma; “grosería” viene de “grueso”, todo lo contrario de “fino” y “delicado”. Mientras los pobres hacían los trabajos pesados, groseros, los ricos realizaban las tareas finas con sus delicadas manos.
Según algunos lingüistas, las malas palabras forman parte de los llamados tabúes lingüísticos y que las palabras no son buenas ni malas. Pero desde el punto de vista de la sociolingüística no se puede ignorar que son una marca de informalidad y que hay situaciones en que es adecuado usarlas y otras en que no lo es.
Pero hoy no quiero hablar de las malas palabras, que ya todos las sabemos o las aprenderemos en algún momento de la vida. Quiero hablar de las buenas palabras. Esas que endulzan los oídos. Realmente, estoy harto de escuchar malas palabras y no porque intente desde aquí marcar un hito de santidad o puritanismo.
Me refiero a que cada vez que se expresa una mala palabra, es para agredir, descalificar o insultar a una persona y para eso no hay que leer ningún instructivo o columna de periódico, porque sale solito...
¡¡Quiero buenas palabras para todo el mundo!! Palabras que acaricien, que bendigan, que dejen de humillar y en cambio animen y sostengan.
Les presento algunas para intentar que mañana o en cualquier momento las usen en beneficio de los que los rodean. Además les doy un pequeño instructivo de cómo aplicarlas:
“Gracias”
Esta palabra habla de nuestra gratitud y anima a la persona de la que recibimos un favor, a que lo siga haciendo. Cada vez que recibamos un favor inmerecido, usémosla.
“Permiso”
Es la llave para lograr la atención de las personas cuando uno ingresa en un área de la que es ajeno. Además, pone de manifiesto el respeto que tenemos hacia los demás
“Por favor”
Frase fundamental para iniciar cualquier intercambio de acciones entre personas y especialmente, cuando necesitamos del poder o habilidades de los demás.
¿Qué opinás?
Permite incluir en nuestro proyecto personal a otras personas que consideramos de confianza para que nos ayude. Nos ayuda a no ser sabios en nuestra propia opinión.
¡Buen trabajo!
Frase de ánimo que resulta esencial para que los que nos rodean encuentren en nosotros una inyección de energía.
“Perdoname”
Indispensable palabra para mantener vivas las buenas relaciones humanas y asegurarnos una mirada de amor y compasión de nuestros semejantes
“Tenés razón”
A veces necesitamos el auxilio de los demás para alcanzar el éxito en algún área de nuestra vida y su punto de vista puede ayudarnos a decidir mejor. Esta frase nos ayudará a lograrlo.
¿Se te ocurren otras más? ¡Genial!. Eso será un beneficio más para tu vida y enriquecerá tu vocabulario en bien de los que te rodean y a donde vayas.
Finalmente, te dejo algunos textos de la Biblia en relación a nuestro hablar:
Libro de Proverbios, cap. 15
La respuesta apacible desvía el enojo,
pero las palabras ásperas encienden los ánimos.
La lengua de los sabios hace que el conocimiento sea atractivo,
pero la boca de un necio escupe tonterías.
Las palabras suaves son un árbol de vida;
la lengua engañosa destruye el espíritu.
Los labios del sabio dan buenos consejos;
el corazón del necio no tiene nada para ofrecer.
A todo el mundo le gusta una respuesta apropiada;
¡es hermoso decir lo correcto en el momento oportuno!
El corazón del justo piensa bien antes de hablar;
la boca de los perversos rebosa de palabras malvadas.
El ejemplo supremo de buenas palabras lo tenemos en el Señor Jesús. De él se dice en la Biblia: “Todos dieron su aprobación, impresionados por las hermosas palabras que salían de su boca…”
Más tarde, él mismo dijo:
Lucas 6
Ningún árbol bueno da fruto malo; tampoco da buen fruto el árbol malo. A cada árbol se le reconoce por su propio fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas. El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón produce el bien; pero el que es malo, de su maldad produce el mal, porque de lo que abunda en el corazón habla la boca.
Mateo cap. 15
…lo que sale de la boca viene del corazón y contamina a la persona. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias. Éstas son las cosas que contaminan a la persona…
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