Dar vuelta la página...

Ustedes no conocen ni escucharon hablar de Elmer Booze, ¿verdad?. Yo tampoco sabía de él, hasta que leí de un extraño oficio del que Elmer Booze es experto: Pasador o volteador de páginas de partituras musicales.
Tal vez no lo notaron, pero cuando se llega al final de las notas de una partitura, el pianista en un concierto, debe hacer un movimiento bastante brusco y preciso para dar vuelta la hoja y continuar la ejecución de la pieza. A veces, una persona cerca del piano, aguarda hasta el momento justo en que debe dar vuelta la hoja al pianista. A ese oficio me refiero
Lo sorprendente es el nivel de estudio necesario para desarrollarlo: de su precisión depende la continuidad melódica del intérprete, que requiere lo mejor para cautivar al público que lo escucha.

Elmer, un hombre negro de 58 años, comenzó su vida musical con clases de piano a los once años. Obtuvo una licenciatura en música de la Universidad de Howard, una maestría en música de la Universidad Católica de América y un doctorado en las artes musicales ( con honores ) de la Universidad de Lorenz. Su carrera musical profesional comenzó cuando se unió a la División de Música de la Biblioteca del Congreso en 1967, como bibliotecario especialista en música.
El Dr. Booze ha pasado las páginas de partituras de algunos de los músicos más prominentes en el mundo. También ha volado a Nueva York y Londres para sentarse al costado de los pianistas de concierto más famosos, que insistían en que sólo Elmer Booze podría asistirlos. Elmer se contenta con el trabajo en las sombras de los gigantes de teclado:
"Para mí, es un trabajo que cualquiera puede hacerlo ", dijo una vez y continuó: " Pero al parecer eso no es del todo cierto . He hablado con pianistas que dicen que no pueden pasar las páginas y eso los pone nerviosos. Los pianistas quieren a alguien a su lado en su momento de mayor necesidad, cuando han llegado a la última nota en la página, ".
Muchos grandes pianistas dependen de personas como Elmer para tocar lo mejor que puedan. Y mientras los virtuosos agradecen ante el aplauso de miles, los Elmers del mundo están dispuestos a sonreír, contentos con la parte que les tocó en la función.
En las palabras de cierre de la carta de Pablo a los Romanos, en la Biblia conocemos brevemente a otro hombre que trabajó tras las sombras. Su nombre era Tercio, un secretario muy hábil que escribía mientras Pablo dictaba. Igual que Elmer, Tercio se contentaba con “dar vuelta las páginas” (o en su caso, enrollar un rollo) para ayudar a otra persona.
La verdad es que en esta sociedad, ser un pasador de páginas es un empleo de segunda que no genera ninguna satisfacción frente a otras actividades de mucha prensa y brillo, ¿no?
En general, no estamos dispuestos a poner lo mejor de nuestra parte si toda la gloria resulta para otra persona y no para nosotros. Muy pocos pueden ser solistas, actores principales, presidentes de una comisión o dirigentes de un grupo. La mayoría de nosotros trabaja detrás de la escena y observa a otras personas recibir el aplauso. En esas condiciones, suele emerger el resentimiento por la falta de reconocimiento y los celos de la persona que recibe toda la atención
Servir a alguien “por amor” hoy, especialmente si eso significa que no voy a recibir ningún reconocimiento es un desafío para cada una de nosotros. San Pablo a los cristianos de colosas les escribe así en cap. 3: 23, 24
“Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor.”.

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