Todos tenemos fortalezas y debilidades en nuestro ser. Físicas o morales, estos rasgos de nuestro carácter están, los reconozcamos o no. Todos tenemos algo de qué estar orgullosos y también cosas de las que nos avergonzamos, o al menos, sabemos que no nos benefician.
Si hay algo que en general no queremos mostrar o aceptar, son nuestras debilidades. Esas cosas que preferimos no tener, pero no podemos evitarlas.
En algún momento de la vida, hemos reflexionado o algo ocurrió para que se pongan en evidencia…. Y ahí están, acosándonos, recordándonos que no somos perfectos…
Si buscas a Dios
Libro de los Salmos en la Biblia, 42
Como el ciervo anhela las corrientes de las aguas, así te anhelo a ti, oh Dios.
Tengo sed de Dios, del Dios viviente. ¿Cuándo podré ir para estar delante de él?
Día y noche sólo me alimento de lágrimas, mientras que mis enemigos se burlan continuamente de mí diciendo: ¿Dónde está ese Dios tuyo?.
¿Dónde está Dios?. Es una de las formas más frecuentes de preguntarse por Dios hoy.
El gran teólogo A. Gesché afirmaba en uno de sus últimos libros que la primera pregunta sobre Dios en nuestros días no es “si existe”, sino “dónde está”.
Esta cuestión no es nueva. El General romano Pompeyo en su campaña en Palestina el año 63 a.C. tras tomar Jerusalén y realizar la matanza de 20.000 judíos, en persona penetró en el recinto del templo que era sagrado y profanó el lugar Santísimo entrando en su interior. Salió un tanto disgustado y decepcionado porque ese lugar sagrado estaba vacío, no pudo encontrar nada que representara al Dios que se adoraba ahí.
Como el ciervo anhela las corrientes de las aguas, así te anhelo a ti, oh Dios.
Tengo sed de Dios, del Dios viviente. ¿Cuándo podré ir para estar delante de él?
Día y noche sólo me alimento de lágrimas, mientras que mis enemigos se burlan continuamente de mí diciendo: ¿Dónde está ese Dios tuyo?.
¿Dónde está Dios?. Es una de las formas más frecuentes de preguntarse por Dios hoy.
El gran teólogo A. Gesché afirmaba en uno de sus últimos libros que la primera pregunta sobre Dios en nuestros días no es “si existe”, sino “dónde está”.
Esta cuestión no es nueva. El General romano Pompeyo en su campaña en Palestina el año 63 a.C. tras tomar Jerusalén y realizar la matanza de 20.000 judíos, en persona penetró en el recinto del templo que era sagrado y profanó el lugar Santísimo entrando en su interior. Salió un tanto disgustado y decepcionado porque ese lugar sagrado estaba vacío, no pudo encontrar nada que representara al Dios que se adoraba ahí.
Malas Palabras
"... yo me pregunto por qué son malas las malas palabras, quién las define como tal. ¿Quién y por qué? ¿Quién dice qué tienen las malas palabras? ¿O es que acaso les pegan las malas palabras a las buenas? ¿Son malas porque son de mala calidad? ¿O sea que cuando uno las pronuncia se deterioran? ¿O, cuando uno las utiliza, tienen actitudes reñidas con la moral?..."
(Fragmento del discurso de Roberto Fontanarrosa en el Congreso de la Legua en Rosario en el 2008 )
El origen de las malas palabras está en las clases sociales. La clase alta, en algún momento de la historia, se convenció de que su hablar era culto, diferente del que usaba la clase baja. “Vulgaridad” era la forma de hablar del vulgo, el pueblo trabajador de la antigua Roma; “grosería” viene de “grueso”, todo lo contrario de “fino” y “delicado”. Mientras los pobres hacían los trabajos pesados, groseros, los ricos realizaban las tareas finas con sus delicadas manos.
Según algunos lingüistas, las malas palabras forman parte de los llamados tabúes lingüísticos y que las palabras no son buenas ni malas. Pero desde el punto de vista de la sociolingüística no se puede ignorar que son una marca de informalidad y que hay situaciones en que es adecuado usarlas y otras en que no lo es.
(Fragmento del discurso de Roberto Fontanarrosa en el Congreso de la Legua en Rosario en el 2008 )
El origen de las malas palabras está en las clases sociales. La clase alta, en algún momento de la historia, se convenció de que su hablar era culto, diferente del que usaba la clase baja. “Vulgaridad” era la forma de hablar del vulgo, el pueblo trabajador de la antigua Roma; “grosería” viene de “grueso”, todo lo contrario de “fino” y “delicado”. Mientras los pobres hacían los trabajos pesados, groseros, los ricos realizaban las tareas finas con sus delicadas manos.
Según algunos lingüistas, las malas palabras forman parte de los llamados tabúes lingüísticos y que las palabras no son buenas ni malas. Pero desde el punto de vista de la sociolingüística no se puede ignorar que son una marca de informalidad y que hay situaciones en que es adecuado usarlas y otras en que no lo es.
Dar vuelta la página...
Ustedes no conocen ni escucharon hablar de Elmer Booze, ¿verdad?. Yo tampoco sabía de él, hasta que leí de un extraño oficio del que Elmer Booze es experto: Pasador o volteador de páginas de partituras musicales.
Tal vez no lo notaron, pero cuando se llega al final de las notas de una partitura, el pianista en un concierto, debe hacer un movimiento bastante brusco y preciso para dar vuelta la hoja y continuar la ejecución de la pieza. A veces, una persona cerca del piano, aguarda hasta el momento justo en que debe dar vuelta la hoja al pianista. A ese oficio me refiero
Lo sorprendente es el nivel de estudio necesario para desarrollarlo: de su precisión depende la continuidad melódica del intérprete, que requiere lo mejor para cautivar al público que lo escucha.
Tal vez no lo notaron, pero cuando se llega al final de las notas de una partitura, el pianista en un concierto, debe hacer un movimiento bastante brusco y preciso para dar vuelta la hoja y continuar la ejecución de la pieza. A veces, una persona cerca del piano, aguarda hasta el momento justo en que debe dar vuelta la hoja al pianista. A ese oficio me refiero
Lo sorprendente es el nivel de estudio necesario para desarrollarlo: de su precisión depende la continuidad melódica del intérprete, que requiere lo mejor para cautivar al público que lo escucha.
Ben Hur
La gran película épica Ben Hur, filmada en la década del 50 en EEUU, fue ganadora de once Premios Oscars y parte obligada de la programación de TV en Semana Santa durante muchos años. Recrea la vida de Juda BenHur, un judío noble cuya historia figura en el libro homónimo escrito por Lewis Wallance en 1880.
Durante la filmación, su protagonista, Charlton Heston trabajó durante muchas semanas con los entrenadores para aprender a manejar un carro romano para una escena crucial. En ella, Ben Hur participaba de una carrera de cuadrigas para defender a su familia cautiva.
Durante la filmación, su protagonista, Charlton Heston trabajó durante muchas semanas con los entrenadores para aprender a manejar un carro romano para una escena crucial. En ella, Ben Hur participaba de una carrera de cuadrigas para defender a su familia cautiva.
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