Belsasar


La historia que te voy a contar está relatada en el capítulo 5 del libro de Daniel, en la Biblia. Esta historia está corroborada por la arqueología y descripta por antiguos historiadores como Herodoto.
Por el año 550 a.C. Ciro el Persa, había conquistado muchas ciudades, y anhelaba la gran ciudad de oro, Babilonia que pertenecía al Imperio de Asiria. Este se extendía desde el Golfo Pérsico hasta el Mar Mediterráneo, incluyendo todo Israel y aún todo Egipto. Isaías, profeta de Dios, anticipó la caída de Babilonia cientos de años antes de que fuera una ciudad poderosa.(Isaías 13.17)
Años antes, Nabucodonosor conquistó al pueblo de Israel y lo llevó cautivo a Babiblonia. Daniel, un judío notable entre ellos era muy joven cuando llegó allí. Estuvo el resto de su vida, un total de 72 años desde 606 a. C. hasta 534 a. C. Siendo muy conocido en el Palacio de los reyes de Babilonia, Daniel tuvo una conducta intachable como testigo de Dios en contraste con la idolatría de Babilonia.

A pesar de ser extranjero, llegó a ser algo así como el Secretario de Comercio en Babilonia. No fue una mera casualidad, sino estaba planeado por Dios para que la intervención de Daniel en los asuntos de Babilonia, fueran la vía para que todo el mundo tuviera el conocimiento del único Dios verdadero. Durante la vida de Daniel en Babilonia, reinaron varios monarcas, entre ellos, Belsasar.
Éste era nieto de Nabucodonosor y durante su reinado Ciro realizó una operación secreta para conquistar Babilonia. Para ello, desvió el río Éufrates en un nuevo canal y guiado por dos traidores marchó en dirección a la ciudad por el lecho seco del río con su ejército, con Darío uno de sus Generales al frente.
Toda Babilonia quedó bajo el control del ejército de Ciro, que llegó finalmente al palacio del rey Belsasar. Horas antes de esto, mil príncipes, invitados por el rey a una fiesta, se emborrachaban en el suntuoso palacio. Belsasar, para aumentar su corrupción, bebía vino en los vasos sagrados de oro de los israelitas.
En un determinado momento, una mano misteriosa apareció escribiendo en la parte más alta de la pared que tenía Belsasar frente a sì unas letras desconocidas para el. Inmediatamente, se hizo un gran silencio y todos quedaron espantados de miedo. Nadie sabía de donde había salido esa mano misteriosa y qué quería decir lo que había escrito, Alguien dijo: -Ese Daniel, el que vino de Israel, tiene un espíritu que revela las cosas misterios. Entonces lo trajeron ante la presencia de Belsasar. Y le dijo al rey: “Yo te voy a decir lo que dice esa escritura y su significado. Dios me trajo a tu presencia para que te lo diga y qué será del futuro de tu vida y de tu nación. Las palabras escritas son: Mene, Tekel, Parsin”.
Mene significa medir y Dios ha medido los días de tu reinado. La segunda significa pesar y Dios ha pesado tus acciones y las encontró inútiles. La última significa quebrado porque así será tu reino. La Biblia dice que esa misma noche Darío entró al palacio, mató a todos los príncipes y a Belsasar y se hizo dueño del imperio.
Belsasar tenía frente a si, su propia sentencia. Dios le anticipó su caída, porque a él le toca pesar las acciones y dar el justo pago de nuestras obras
Quiero que pienses en estas tres palabras que tienen que ver también con nosotros. La primera es medir. Dios ha medido cada día de nuestra vida y puso un fin determinado que sólo él sabe. La Biblia dice que Dios ha puesto término a nuestros días para qué ninguna persona confíe en sí misma.
La segunda palabra es tekel, y nos recuerda que Dios valora todas nuestras acciones y las compara con lo que él espera que hagamos, Todo lo que hacemos será jugado por Dios a través de los valores que encontramos en la Biblia.
Finalmente parsin significa quebrado. Dios no va a pasar por alto la maldad ni las cosas que hicimos voluntariamente mal. Dios es un juez justo. Ni hace la vista gorda ni castiga por castigar. Pero tiene otra virtud. Es compasivo y misericordioso. Podría exterminarnos ahora mismo por nuestra maldad pero no lo hace.
Antes nos ofrece la salida para que encontremos el perdón de Dios y que hagamos las paces con él. Jesucristo vino para hacer un sacrificio que agrada Dios y borrar todos nuestros pecados. Lo hizo la Cruz pero espera que creamos en el y reconozcamos que es el único medio para llegar a Dios.
Si lo crees de todo corazón y le pedís a Jesús que entre en tu vida y la gobierne, él puede hacerte una nueva persona con nuevos pensamientos con nuevas intenciones y con una esperanza de vida eterna con Dios.
Dice la Biblia: A todos los que le recibieron a los que creen su nombre les dio el derecho de ser llamados hijos de Dios.

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