¿ Maestro o ministro ?



Los docentes forjan la intelectualidad de nuestros niños y jóvenes y son piezas claves en el desarrollo de un país. Sin embargo, se los tienen postergados y relegados a un plano de menor importancia dentro de los problemas de urgencia nacional.
En cambio nombrar ministerio o ministro, nos da la idea de una persona importante, encumbrada, resolviendo temas profundos, organizando tareas y resolviendo problemas de su área. (Aunque lamentablemente, también nos hace pensar en corrupciòn, ineficiencia o apatía frente a los problemas sociales)
En la actualidad, el ministro es superior en jerarquía, reconocimiento, dignidad y sueldo que el maestro. Sin embargo, etimológicamente, el maestro es más importante que el ministro Maestro viene de la raíz magis, el mayor, es decir el que está adelante, el más capacitado, el que puede ser un referente. De este término deriva magister, magisterio, maestro.
Ministro viene del término minor, el menor, el servidor, quien está a las órdenes de su amo o dueño. De allí viene ministro, es decir alguien al servicio del rey o gobernante, sirviendo en el área que le compete y finalmente, sirviendo a la comunidad.

Paradoja de la lengua. Todos hoy están preocupados por la designación, función y trayectoria de los ministros, para que ellos resuelvan con habilidad las coyunturas políticas y sociales de la Nación y poco preocupados por los maestros, que reconocidos como deberían, equipados como demandan y atendidos como merecen podrían lograr mejores resultados sobre los educandos y en consecuencia obtener ciudadanos más capacitados para enfrentar el mundo futuro y evitar tantas crisis derivadas de la desigualdad social.
Pero en este “reino del revés” en que vivimos, donde “un ladrón es vigilante y otro es juez” al decir de Marìa Elena Walsh, debemos conformarnos con que el “mayor” sea el “menor” y viceversa.
“Los discípulos de Jesús tuvieron una discusión sobre cual de ellos debía ser considerado el más importante”, dice el evangelio de Lucas cap. 22 y Jesús les respondió “Yo estoy entre ustedes como el que sirve” y más adelante dijo “El que quiera ser grande entre ustedes deberá servir a los demás, porque ni aún yo vine aquí para que me sirvan sino para servir y dar mi vida como precio de libertad de muchos”
Ojala nuestros funcionarios, ministros a nuestro servicio, siguieran las premisas del Señor Jesús y se pusieran seriamente al servicio de los demás sin pensar que son grandes personajes sino agentes de ayuda y progreso para el país. Finalmente, saludo a nuestros maestros en su día y que recuerden a Jesús, el gran maestro, y su amor sacrificial a sus discípulos sea de inspiración para su tarea diaria de formadores.

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