REGALO



Palabras del Señor Jesús: “Vale más dar que recibir”
Un señor que poseía muchas amistades, quiso saludar a todas ellas para navidad. Entonces fue a una librería y eligió un modelo de tarjeta de un exhibidor. Leyó rápidamente su texto, le pareció adecuado y compró 50 de ellas para enviarlas. Luego de firmar cada una con su nombre y despacharlas en el correo, como le sobraron dos, comenzó a leer despreocupadamente el texto de la tarjeta nuevamente. Al dar vuelta la misma en su contratapa, leyó espantado: “Te envío esta tarjeta como anticipo de mi regalo que recibirás en pocos días más”.

Cuarenta y ocho personas estarán esperando todavía su regalo, ¿no?
Qué sensación placentera recibir un regalo y que satisfacción entregarlo, cuando se hace de corazón…
En latín, la palabra regalo era el adjetivo frecuente del vocablo donum, o sea don, algo que se entrega. El adjetivo del que hablamos es regalis o regale, que se forma a partir de rex o regis = rey. Significa por tanto real, majestuoso, dignísimo, regio. Regale donum es un obsequio regio, un presente digno de un rey, un auténtico regalo.
Creo que todos coincidimos en pensar que donde más brilla la palabra regalo es en la Navidad.
La imagen más temprana que tenemos en nuestra mente, respecto a los regalos de Navidad es la de ver a los reyes magos en la clásica escena del pesebre entregando regalos, Dones reales al niño recién nacido
Es que ese niño pobre que ha nacido en el pesebre es nada menos que el Rey, el Señor, y en su condición de tal va todo el mundo a rendirle homenaje real con sus regalos, es decir con presentes dignos de un rey.
Sin embargo, antes de que se instituyeran las fiestas de Navidad, en el Imperio Romano existía una notable cultura del regalo. A principio de año, en ese entonces el 1 de marzo, a este día se le llamaba Dies Natalis o Día del nacimiento (del Año).
Ese día los maridos les hacían a sus esposas pequeños regalos (sombrillas, pequeñas alhajas, etc.). Esta costumbre no sólo se mantuvo, sino que se acrecentó al trasladar el principio del año civil al 1 de enero (año 150 a. JC.). Todo el mundo regalaba a todo el mundo, porque se creyó que esa era la mejor manera de atraer la suerte. De tal manera que se regalaban amuletos, dijes y demás colgantes de los que dicen que traen suerte, junto con exquisiteces alimentarias como carnes saladas, miel, higos secos, etc.
Además se añadía como regalo especial unas monedas de cobre de escaso valor, para que sirvieran de cebo al dinero y a la riqueza
Es inevitable que al instituirse la celebración de la Navidad cristiana se canalizase y se cristianizase en gran medida esa costumbre tan arraigada de regalar. Todos los movimientos de solidaridad y de caridad cristiana tienen su máxima expresión precisamente en estos días.
Concluimos que unas de las acciones más repetidas y asumidas en estas fechas, es la de regalar y también la de recibir regalos. Esto incluye a aquellos que no dudan en desprenderse de sus bienes para alegrar el corazón de sus amados, y también a los receptores de esos dones, quienes celebran con alegría el recibirlos.
Y si consideramos los principales actores de la Navidad, Dios hecho carne en la persona de Jesús y la humanidad, que espera un salvador que lo libre de sus opresiones y cargas, tenemos el escenario ideal para que aparezca un regalo.
Dios entregó a su hijo a morir por nuestras maldades sin esperar de nosotros nada a cambio.. Aceptar ese regalo de Dios implica reconocer nuestra insuficiencia para llegar a Dios y que Jesús es nuestro único intercesor ante Dios.

Efesios 2
Por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte.

1º Juan 4.14-16
Nosotros mismos declaramos que el Padre envió a su Hijo para salvar al mundo. Cualquiera que reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, vive en Dios y Dios en él. Así hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor, y el que vive en el amor,
vive en Dios y Dios en él.

Aceptá el regalo de Dios, solo te pide que confíes en Él y que le abras el corazón para que lo transforme con su poder y empieces a experimentar la presencia de Dios en tu vida.

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