Titanic y Carpathia
El 15 de abril se cumplieron 100 años del trágico naufragio del buque más famoso de la historia: El RMS Titanic Considerado insumergible, el gigante de los mares se hundió a las 2.20 del 15 de abril de 1912 en el Atlántico Norte, tras chocar un iceberg la noche previa, y yace a casi 4.000 metros de profundidad a 625 kilómetros al sur de la isla canadiense de Terranova. Había zarpado el 10 de ese mes del puerto inglés de Southampton y, tras pasar por Cherbourg, en Francia, y Queenstown, en Irlanda, tomó rumbo a Nueva York, con 2.223 pasajeros, pero nunca llegó y 1.517 de ellos fallecieron en la catástrofe. El Titanic navegaba alegremente por el océano, pero su tripulación jamás había recibido instrucción para casos de salvataje y emergencia. No tenían plan para la evacuación de los pasajeros, y la mayoría de los tripulantes ni siquiera sabía cómo bajar un bote. Todo debió planearse y aprenderse mientras el barco se hundía, lo cual seguramente hizo que se perdieran muchas más vidas. El barco había sido sorprendido con la guardia baja, por los eventos de esa trágica noche, y el precio fue muy alto. Sin embargo estos datos y muchos otros son muy conocidos y las derivaciones de este hecho también Hoy quiero hablarles de otro gran protagonista de esta historia, que, como en la mayoría de las grandes catástrofes, pasan inadvertidos: El capitán del único buque que acudió al rescate del Titanic. Arthur H. Rostron era el capitán del Carpathia, un buque de pasajeros de la empresa Cunard Line , competencia de la White Star, a la que pertenecía el Titanic Rostron era conocido por su capacidad de tomar decisiones rápidas y de infundir energía en quienes trabajaban bajo su mando. Era un hombre creyente, que oraba siempre. A las 00:35 de esa noche Rostron fue informado por telégrafo que el Titanic había chocado contra un iceberg. Aunque su barco iba en dirección contraria ordenó que el Carpathia diera la vuelta y acelerara a toda velocidad hacia el Titanic. Luego juntó a todos los médicos de a bordo para que fueran en cada cubierta y les envió todas las provisiones necesarias para atender a los heridos o enfermos. Ordenó a diferentes oficiales que su ubicaran en distintas cubiertas, instruyéndolos para que trajeran los nombres de los sobrevivientes y los transmitieran por radio. Prepararon con sillas una serie de camillas para los heridos. Distribuyó tripulantes para que estuvieran a cargo de los pasajeros y los mantuvieran fuera del área donde estaban los heridos. Todos recibieron órdenes de preparar café, sopa y provisiones. Designó gente que atenderían los camarotes, salas de fumar, biblioteca, etc., acomodando a los sobrevivientes. Luego hizo que parte del personal explicara a los pasajeros lo que había sucedido. A las 4:00 y luego de viajar a toda velocidad esquivando témpanos tan peligrosos como los que había chocado el Titanic alcanzaron su posición y comenzaron a levantar los botes salvavidas. El difícil rescate de los sobrevivientes del Titanic se llevó a cabo en tal orden que la paz reinaba por sobre todos. Los pasajeros del Carpathia se contagiaron del espíritu solidario de la tripulación y fue así que los de primera clase les dieron sus camarotes a los sobrevivientes; otros hacían todo lo que podían. Así rescataron a 704 naúfragos En una de las noches más oscuras y trágicas de la historia en el mar, el capitán, la tripulación y los pasajeros del Carpathia se destacan como luces brillantes de coraje y heroísmo. Cuando se le preguntó a Rostron cómo había podido viajar en un área tan peligrosa a tanta velocidad, el respondió: : "Una mano que no era la mía estaba en el timón esa noche". Cuando lei esta historia, mi mente plasmó enseguida la parábola que Jesús contó sobre un judío que fue atacado por unos bandidos. Robándole y dejándolo medio muerto, el pobre quedó tirado en el camino. Dos religiosos y moralistas pasaron por ahí y siguieron su camino, tal vez lamentándose de su condición, pero sin hacer nada por él. Jesús sigue diciendo que un hombre de Samaria, ciudad hostil a los Judíos, se detiene, hace los primeros auxilios al herido y lo lleva a una posada. Ahí lo deja al cuidado del dueño y le adelanta dinero por los posibles gastos que tenga. ¿Les suena familiar este trato?. Y…no, claro que no. En esta sociedad que se caracteriza por el egoísmo, la indiferencia y la discriminación, encontrar una persona como el Samaritano, o como el Capitán Rostron, no es de todos los días. Por eso quiero compartir mi admiración por todas las personas que son capaces de actuar así, porque con ellas quiero encontrarme mañana, cuando tenga dificultades. Sería maravilloso cruzarme en las penas, con gente de semejante bondad y pericia. Pero mejor, le voy a pedir a mi Dios, que ponga en mi primero, ese espíritu de amor y bondad a mi prójimo, que magníficamente exhibió mi Salvador, el Señor Jesucristo. La Biblia dice que él “anduvo haciendo bienes” a los que lo rodeaban y expresó sencillamente el gran mandamiento que podría cambiar este mundo si se lo practicara: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” Mejor que encontrar gente asi, será primero serlo uno mismo, ¿no?. Dios me dé un corazón compasivo para ver la necesidad en mis semejantes y actuar en consecuencia. Tal vez pueda sentir lo que dijo Rostron: “Una mano que no era la mía me guió” Así, imitaré a mi Señor, quien mostró primero en mi ese amor que disfruto cada día. Te invito a ser de este club, ¿venís?
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