Puentes

Vivo en Zárate a orillas del Paraná de las Palmas, uno de los brazos del Gran Río Paraná. Un gigante se alza en la entrada de mi ciudad, es el puente que , junto con su mellizo, a 25 Km de Zárate, forma el Complejo ferrovial Zárate –Brazo Largo, principal vía de conexión de nuestro País con el Mercosur. Este puente que nace en las barrancas de la ciudad y termina en la Isla Talavera tiene una longitud de 1200 metros, se eleva sobre la superficie del río a unos 50 metros de altura y por ser colgante, sus principales columnas, de donde penden los cables obenques que sostienen la viga principal llegan a los 122 metros sobre la superficie del agua. Desde muchos kilómetros antes de llegar a Zárate, se pueden observar las columnas principales y pararse bajo una de ellas representa un espectáculo impresionante por su magnitud y altura. Para nosotros, los naturales de Zárate, el puente ya es parte del paisaje y a veces pasa inadvertido al levantar la vista y mirar hacia el. Sin embargo, su existencia cambió la manera de comunicar las poblaciones separadas por el río y sus propias vidas y progresos desde su fundación en 1977. Antes, pasar de un lado a otro era la onerosa tarea de las balsas y ferrys, que demoraban mucho tiempo. Tanto este puente como otros muchos más pequeños y menos vistosos, nos permite pasar de un lado a otro con comodidad y seguridad. Hay una metáfora que se aplica generalmente a las personas que conectan a otras entre sí, y es la de ser puentes humanos. No hay tarea más hermosa que dedicarse a tender puentes hacia los hombres y hacia las cosas. Sobre todo en un tiempo en el que tanto abundan los constructores de barreras y de zanjas. Incluso un puente es lo primero que se bombardea en las guerras. De ahí que el mundo esté lleno de puentes destruidos. Hacer puentes, y sobre todo, hacer de puente, es tarea muy dura y que requiere sacrificio. Este es un oficio por el que se paga mucho más de lo que se cobra. Es que no se puede amar sin convertirse en puente; es decir, sin salir un poco de uno mismo para estar dispuesto a sacrificarse por el otro. Bendito oficio de ser puente entre personas de diversas ideas, de diversos criterios, de distintas edades y creencias. Tal vez, de los títulos que se la asignan a las personas, uno de los más bellos es ser constructor de puentes y por decirlo en una palabra: Pontífice Este título se la asigna al Papa y a los cardenales, por ser reconocidos por la Iglesia Católica como los mediadores entre Dios y el hombre. Sin embargo, a diario, nos encontramos con muchos pontífices, esas personas que nos conectan con la otra orilla por la cual suspiramos o miramos con deseo. Son esas personas que captan nuestras necesidades y están dispuestas de ceder de si, esforzarse y resistir, solo para que otros alcancen lo que desean, sin, a veces recibir reconocimiento por ellos. Son aquellos cuya fidelidad nos impulsa a confiar en ellas para alcanzar lo que nosotros solos no podemos. Gracias a Dios por los puentes humanos que encontramos a lo largo de nuestra vida. Y gracias a Dios cuando pudimos transformarnos en uno de ellos para bendición de nuestros semejantes. Sin duda, cuando abro mi Biblia y pienso en puentes, la enorme presencia y figura de Jesucristo, inunda mis pensamientos al verlo como el Gran Puente tendido entre Dios y los hombres. Por naturaleza, nos alejamos de él, al estar inclinados continuamente al mal. Y a medida que maduramos y somos consientes de nuestra miseria espiritual, más nos alejamos de Dios. Pero Jesucristo, al ver nos tan lejos del Padre Dios, se ofreció como un puente efectivo para acercarnos a Él y conectarnos con la fuente de vida eterna. Pero primero, tenemos que reconocer que no podemos llegar a Dios por nuestros propios medios y que Jesús es suficiente para acercarnos a Dios. Jesús dijo en Juan 14.6: —Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie llega al Padre sino por mí. Hebreos cap.7 Jesús ha llegado a ser el que garantiza un pacto superior. Ahora bien, como a aquellos sacerdotes la muerte les impedía seguir ejerciendo sus funciones, ha habido muchos de ellos; pero como Jesús permanece para siempre, su sacerdocio es imperecedero. Por eso también puede salvar por completo a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos. Nos convenía tener un (pontífice) sumo sacerdote así: santo, irreprochable, puro, apartado de los pecadores y exaltado sobre los cielos. A diferencia de los otros sumos sacerdotes, él no tiene que ofrecer sacrificios día tras día, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo; porque él ofreció el sacrificio una sola vez y para siempre cuando se ofreció a sí mismo 1 Timoteo cap. 2 Dios nuestro Salvador quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad. Porque hay un solo Dios y un solo mediador (Pontífice) entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, quien dio su vida como rescate por todos. Este testimonio Dios lo ha dado a su debido tiempo. Seamos puentes y aceptemos al Divino Puente para bendición de nuestras vidas y de los que nos rodean

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