Cambiar o emparchar


El parche es una solución rápida a algo que se ha deteriorado. Desde una cubierta con cámara hasta la protección de una herida, el parche nos saca del apuro y nos ayuda a aliviar la situación.
Pero el parche es eficaz si se lo usa por un corto período, de lo contario nos puede impedir ver y hacer olvidar que lo que está debajo de su superficie es lo que debemos mejorar y muchas veces cambiar.
El ejemplo más claro y conocido es lo que se hace con los aviones para evitar los accidentes.
Si no hacemos mantenimiento preventivo a un auto, podemos sufrir un accidente o quedarnos en la ruta. Pero en el caso de un avión, lo más probable es que todas las vidas perezcan por falta de previsión. Entonces prevenir es vital. No se puede emparchar un avión en pleno vuelo. Sin embargo, muchas veces, en la vida loca que llevamos, solemos poner “parches temporarios”, es decir acciones improvisadas a determinadas situaciones de la vida, con la esperanza de corregirlas más adelante, cosa que no ocurre a menudo.
La frecuencia con que a veces emparchamos cosas de nuestra vida es alarmante. Nos hemos convertido en bomberos que solo nos ocupamos de apagar incendios, en lugar de evitar que se produzcan. Necesitamos cambiar, en lugar de emparchar.

Hay muchas situaciones de la vida, desagradables para nosotros que seguiremos arrastrando por el resto de nuestra existencia, solo porque quisimos poner un remiendo, donde había que sacar lo viejo y poner lo nuevo.
El Señor Jesús habló de esto en Lucas 5
Si un vestido viejo se rompe, nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar el viejo. Si lo hace, echa a perder el vestido nuevo. Además, el remiendo nuevo se verá feo en el vestido viejo.
Tampoco se echa vino nuevo en recipientes viejos. Porque cuando el vino nuevo fermente, hará que reviente el cuero viejo. Entonces se perderá el vino nuevo, y los recipientes se destruirán. Por eso, hay que echar vino nuevo en recipientes de cuero nuevo.
La religión suele ser un parche que usamos habitualmente. Vamos a la iglesia, a misa o nos ponemos en contacto con alguna persona piadosa, para que alivie nuestra ansiedad, nos ayude a pasar el mal momento, pero todas estas acciones son parches precarios que aplicamos al alma, que grita por una renovación espiritual y un volver a encontrarnos con Dios.
Cómo quisiéramos volver atrás en muchos actos de nuestra vida para evitar poner otra vez el parche que no resultó bueno.
Un hombre muy devoto y religioso se acercó una vez a Jesús para hablar con el. Ahí fue donde Jesús, yendo al grano le explicó que todas las intenciones del hombre por mejorarse a si mismo serían infructuosas:
Juan 3.3-8
Te aseguro que si una persona no nace de nuevo no podrá ver el reino de Dios. Nicodemo le preguntó: --¿Cómo puede alguien ya viejo volver a nacer? ¿Acaso puede entrar otra vez en el vientre de su madre? Jesús le respondió:
--Te aseguro que si uno no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Todos nacen de padres humanos; pero los hijos de Dios sólo nacen del Espíritu. No te sorprendas si te digo que hay que nacer de nuevo. El viento sopla por donde quiere, y aunque oyes su sonido, no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así también sucede con todos los que nacen del Espíritu.
Así es que Dios hoy se acerca a los seres humanos proponiéndoles algo nuevo. No un parche más sino una renovación absoluta de su interior, de su espíritu.
Dios no es un improvisado. El sabía que el hombre, en su libertad de elegir, iba a equivocarse y por eso proveyó el remedio infalible para volverlo a ser su prefecta criatura.
Lo proveyó en el Señor Jesús y su sacrificio en la cruz por nosotros.
El ser humano necesita reconocer ante Dios sus faltas, lo que la Biblia llama pecado y reconocer que es incapaz de reformarse por si mismo y de abrirle el corazón a Dos para que él lo transforme.
San Pablo dice en 2 Corintios 5.17-18
Si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo! Todo esto proviene de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo
Solo Dios tiene poder para hacerlo y Jesucristo es el único camino para lograrlo. Nosotros solo debemos efectuar un acto de fe y confiar en que El puede renovar nuestro espíritu. Así la vida cobra un nuevo significado y la esperanza y fe en Dios es la que sustentará nuestra vida y nos dará sabiduría para tomar buenas decisiones.
Elija hoy una nueva vida en Cristo, pidiéndole con fe que limpie sus pecados y así será una nueva persona por dentro. Experimente este poder hoy mismo.

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