
El parche es una solución rápida a algo que se ha deteriorado. Desde una cubierta con cámara hasta la protección de una herida, el parche nos saca del apuro y nos ayuda a aliviar la situación.
Pero el parche es eficaz si se lo usa por un corto período, de lo contario nos puede impedir ver y hacer olvidar que lo que está debajo de su superficie es lo que debemos mejorar y muchas veces cambiar.
El ejemplo más claro y conocido es lo que se hace con los aviones para evitar los accidentes.
Si no hacemos mantenimiento preventivo a un auto, podemos sufrir un accidente o quedarnos en la ruta. Pero en el caso de un avión, lo más probable es que todas las vidas perezcan por falta de previsión. Entonces prevenir es vital. No se puede emparchar un avión en pleno vuelo. Sin embargo, muchas veces, en la vida loca que llevamos, solemos poner “parches temporarios”, es decir acciones improvisadas a determinadas situaciones de la vida, con la esperanza de corregirlas más adelante, cosa que no ocurre a menudo.
La frecuencia con que a veces emparchamos cosas de nuestra vida es alarmante. Nos hemos convertido en bomberos que solo nos ocupamos de apagar incendios, en lugar de evitar que se produzcan. Necesitamos cambiar, en lugar de emparchar.